Me falta aún mucho,
A mí, que soy carroña en celo.
Pero que hierven a veinte
sí, a veinte por ciento
los grados son los menos
pero tus largas partituras
las siento muy dentro.
Me rompes,
corroes mi carne
buscas otro sendero
pero te encuentro primero
y te arrojo al loco destierro.
Ya no me pidas que regrese
no pidas las láminas frígidas
terrenas y bruscas
búscame a mí.
demasiado, para ser sabrosa
y carda
ando enredada.
Como se enredan los dedos
en la miel que escurre del vientre
del vientre de la firme
y mesurada dama del olvido.
Comienzo a sentir tu rabia
tu sublime vestido
la melancolía que con placer
tan sólo corroe mis sentidos.
Me dueles, me absorbes
me tragas devorando mis vísceras
me lames y te pierdes.
Veneno fatuo que compartes
me partes con risas agrestes
ahora me tienes violácea dulce
sangre que compartes.
Te finges fundido a mí
como se funden las bocas
aquellas sedientas agridulces
secas por fuera.
Esa trama de imágenes y metáforas han hecho de tu poesía una filosofía de la pasión. No se requiere ser erudito literario para darse cuenta de tu estilo tendiente a lo único. Como lector asiduo te diré que tu poesía no sólo mueve sino que también conmueve.
ResponderEliminarVanessa: este tipo de poemas tuyo es impactante, algunos pasajes se quedan pegados en la mente; incluso duelen, por su contenido y por su tono de queja y recriminación. Aunque puedan ser totalmente ficción, no los escribes fríamente, sufres y gozas al hacerlo. Su fuente de inspiración parece ser enojosa y dolorosa a un tiempo.
EliminarHéctor