Una montaña angulosa y extensa
cual La mujer dormida,
aguarda ansiosa al viajero.
Acaricio su cascada de follaje,
me reflejo en sus ojos de agua
y me envuelvo en su clima ardiente;
sacio mi sed de amor en su pozo
de brocales encarnados.
Me seduce la belleza del paisaje
con sus cimas esplendorosas
y el cráter de su valle.
Paso a paso saboreo el terreno,
quiero ver todo y tocar todo:
lo llano y lo accidentado,
alcanzar las alturas y
llegar hasta el abismo.
Henchido de gozo cual pionero
repaso con deleite el panorama,
acaricio la bella tierra
y concluyo la expedición.
Montaña seductora,
pese a la fatiga que me invade,
anhelo la ocasión deliciosa
de volver a explorarte.